lunes, 10 de marzo de 2014

El lobo y los pasteles


EL LOBO Y LOS PASTELES

Apenas repuesto de los palos, nuestro lobo dijo al zorro, al que había convertido poco menos que en su prisionero:
—Tendrás que procurarme comida, a menos que me desayune con tus costillas.
—¡Ni se te ocurra! Me he enterado de que el cocinero de palacio está preparando pasteles para el  banquete de mañana. Anda, vamos alia.
El zorro, astutamente, se introdujo en palacio y descubrió la ventana donde estaban enfriándose los pasteles, tomando unos cuantos se los arrojó al lobo.
—¡Pues sí que están ricos, pero me saben a poco!
Llevado de su gula, sin ninguna precaución, saltó a la ventana. Pero como tirase uno de los platos le oyó el cocinero, que corriendo hacia él con una sartén de aceite hirviendo, se la arrojó sobre el lomo.
—¡Ay de mí! —gimió el lobo, una vez
a salvo—. ¿Es que no van a dejarme comer tranquilamente?
—Amigo, tu gula te ha perdido. A ver si escarmientas.


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